Los 4 factores que determinan el precio de la energía en un data center

El sector tecnológico es uno de los que, sin duda, está más pendiente de la volatilidad de los precios de la energía en los últimos meses. Los data centers, con alrededor de un 70% de nuestros costes operativos basados en la electricidad –y a pesar de los PPA (Power Purchase Agreement, o acuerdos de compraventa de energía) firmados con nuestros proveedores a largo plazo–, no somos ajenos a esta evolución de la tarifa energética. 

Mientras las asociaciones de data centers previenen a los gobiernos de todo el mundo de la necesidad de trabajar en una regulación energética que apueste por la eficiencia y la sostenibilidad, los agentes que trabajamos en el sector, detectamos la preocupación de nuestros clientes. Por eso, queremos abordar una de las preguntas que más nos hacen: ¿cuáles son las circunstancias o factores que inciden en el precio de la energía?

1. El precio de compra de la energía

Que este factor sea el primero en la lista no es coincidencia: el precio de compra determinará el precio de venta. ¿Cómo se fija este valor? El precio de la energía es fijado en el mercado mayorista de acuerdo con el sistema europeo en el que existen normas comunes. En este modelo, los compradores y vendedores que operan en España negocian a través de OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Energía) y fijan el precio de venta.

En el caso de los data centers y en la mayoría de industrias grandes consumidoras de energía, para evitar estar sujetos a las fluctuaciones de este mercado, compran a las comercializadoras mediante acuerdos en los que se fija un precio por KWh a futuro que suele ser, a la larga, más ventajoso que el del mercado. Esta modalidad permite adquirir una cantidad fija, en función al cálculo de lo consumido el año anterior –o lo que se espera consumir en el futuro–, y el resto del consumo se compra a precio de mercado.

Actualmente y ante el aumento del precio de la energía, algunas comercializadoras están rescindiendo unilateralmente los contratos con sus clientes, para evitar tener que asumir pérdidas, ya que les resulta preferible asumir las penalizaciones derivadas del incumplimiento de sus contratos, a las pérdidas obtenidas entre su precio de compra y el precio de venta establecido.

2. El PUE (o power usage effectiveness) del data center

Este indicador determina la eficiencia energética de un data center, ya que establece porcentualmente la cantidad de energía utilizada para refrigerar los equipos en función a la cantidad de energía utilizada para su funcionamiento. Por lo tanto, cuanto más bajo sea el PUE, mejor.

La utilización de sistemas Free Cooling, que consisten en obtener aire frío del exterior y filtrarlo para reducir el uso de los sistemas de refrigeración, son efectivos para reducir la cantidad de energía utilizada, pero su utilización depende completamente de condiciones atmosféricas, como la temperatura o la humedad. 

Así, si el verano y el otoño han sido calurosos y con altos niveles de humedad, debemos esperar que el PUE aumente, ya que el aire exterior no servirá para enfriar los pasillos calientes a través de estos sistemas. Esto incidirá directamente en la cantidad de energía utilizada para refrigerar la IT y también en los costes del KW.

    3. La capacidad de autogeneración de energía

    Es de esperar que, si tenemos la capacidad de producir nuestra propia energía a través de placas fotovoltaicas o aerogeneradores, podremos ser más autosuficientes. Aún así, no podemos depender completamente de las energías autogeneradas de forma sostenible porque están condicionadas por los fenómenos atmosféricos y por las horas de luz de la ubicación en la que se encuentre el data center. 

    En el que será el cuarto data center de Adam, ubicado en el Parc de l’Alba, tenemos previsto implementar el máximo número posible de metros cuadrados de placas fotovoltaicas para suministrar electricidad a nuestras instalaciones. Esto supondrá mejoras en el PUE y un considerable ahorro energético. 

    4. La capacidad de almacenamiento de la energía

    Si asumimos el reto de ser capaces de generar energía renovable de forma sostenible (algo muy atractivo para sectores como el nuestro), deberíamos contemplar el desafío de almacenarla para su posterior uso, dependiendo de la demanda. Esto, después del ambicioso compromiso de las principales compañías europeas del sector Cloud y data center para convertirse en cero emisiones en el 2030, no debería ser una posibilidad, sino una realidad.

    Como consecuencia, la tecnología que permite el almacenamiento de energía, debería implementarse y extenderse en el sector para que éste fortaleciera su resiliencia ante los riesgos potenciales asociados a las fluctuaciones del precio de compra de la energía.

    Además, estos sistemas de almacenamiento permitirían proporcionar energía de respaldo en caso de incidencias de la red eléctrica e, incluso, mantener la instalación en marcha con las cargas requeridas hasta el restablecimiento del suministro eléctrico.

    En este sentido, los Sistemas de Almacenamiento Energético (ESS) se posicionan como una posible solución por su capacidad de almacenar notables cantidades de energía durante determinados periodos de tiempo, proporcionando estabilidad y flexibilidad a la red mediante la descarga de electricidad en periodos de alta demanda energética, baja producción renovable o coste de compra desbocado. 

    Uno de estos sistemas se basa en el almacenamiento de energía en baterías inteligentes (BESS) y consiste en transformar energía eléctrica en energía química mediante reacciones electroquímicas. Las baterías de Litio-ion también podrían aportar soluciones de almacenamiento de energía que ya estamos evaluando en Adam de cara a posibles futuras implementaciones.

    Conclusiones

    La mayoría de empresas nos esforzamos por ser más competitivas y producir más y mejor a menor coste. En ese sentido, la optimización y reducción del coste energético es, en nuestro sector, un factor crucial para nuestra competitividad. 

    En Adam nos damos cuenta de que el coste de la energía se percibe como un factor sobre el que no se puede actuar y que está ligado a las condiciones de mercado, –que, actualmente, presentan previsiones al alza en cualquier horizonte que podamos contemplar–. Pero esperamos que este artículo sirva para aclarar que, a pesar de no tener aún demasiado impacto, sí se puede actuar frente a los costes energéticos, y que hacerlo es una responsabilidad con nuestro planeta.

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    Este artículo ha sido escrito por

    David Ribalta
    Director Comercial